PARA QUE SE LES PONGAN LOS PELOS DE PUNTA - Soy de Navarrete


 

PARA QUE SE LES PONGAN LOS PELOS DE PUNTA

Pongan mucho cuidado: Esto sucedió hace poco y aunque parece arrancado
de las páginas de cualquier historia de Alfred Hitchcock. Dicen que
fue real.

El lugar: Carretera Quito - Santo Domingo:

Un hombre llamado Esteban Solis, estaba parado a la orilla de la
carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche pidiendo un
aventón, a la vez que estaba cayendo una tremenda lluvia.

Pasó un tiempo pero nadie paraba.. La lluvia era tan fuerte que apenas
si se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia. De repente vio
como un antiguo Corsa se acercaba lentamente y al final se detuvo.
El señor, sin dudarlo por la situación, se subió al carro y cerró la
puerta. Volteó y se dio cuenta con asombro y horror de que nadie iba
manejando el carro. El miedo lo tenía petrificado.

El carro arrancó suavemente, muy, pero muy lentamente El tipo miró
hacia la carretera y vio con terror que adelante había una curva.
Asustado, sin atreverse a saltar, comenzó a rezar e implorar por su
salvación, al advertir su trágico destino. El tipo
no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de
llegar a la curva, entró una mano tenebrosa por la ventana del
conductor y movió el volante lentamente pero con firmeza.

Se aferró con todas sus fuerzas al asiento, e inmóvil e impotente vio
como sucedía lo mismo en cada curva del tenebroso y horrible camino,
mientras la lluvia aumentaba en intensidad. El tipo, sacando fuerzas
de donde ya no quedaban, se lanzó del carro y se fue corriendo hasta
Tabacano que era el pueblo más cercano. Deambulando, todo empapado, se
dirigió al único bar que se percibía a lo lejos. Entró y pidió una
botella de cualquier trago. Le dieron Cristal. Temblando aún, les
empezó a contar a todos la horrible experiencia que acababa de
presenciar.

Se hizo un silencio absoluto ante el asombro de todos los presentes.
El miedo y el terror asomaron por todos los rincones del lugar.

Como a la media hora llegaron dos negros que parecían del Chota, todos
mojados y uno le dijo al otro, en tono molesto:

Mira Kléber, allá esta el hijueputa que se subió al carro cuando lo
veníamos empujando".