“Yo, no he Visto a Linda…” - Soy de Navarrete


 

“Yo, no he Visto a Linda…”

Este Cuento es una versión libre sobre la ausencia del amor (Linda) y el mito griego de Penélope encarnado en la vida de un hombre (Juan Michellena), quien se quedo esperando el retorno de su amada, que nunca jamás volvió.

Autor:RafaelRosado Correo:rafael.rosado@yahoo.com

Parece mentira, tanta belleza junta. !Linda...¡ Su nombre lo expresa todo. En ningún jardín existen flores que igualen su hermosura. Sus cabellos dorados, superan al trigo maduro, sus grandes ojos verdes, semejaban dos esmeraldas campestres, brillando a la luz de la luna. Su cutis facial, tan suave y delicado como un rió de aguas mansas. Su cuerpo de guitarra valenciana se contoneaba como “el aleteo de una sirena de mar” y sus finas manos poseian más candor que el trozo mas pulido de ámbar cristalino. Un sol naciendo en la mañana, así era ella, radiante de hermosura.

Linda, venia de una familia de clase media de San José de Las Matas, en Santiago. Sus parientes, se dice que eran gentes humildes, que trabajaban para apenas poder vivir, pero no siempre fue de esta manera. Sus abuelos, estos si que provenían de una noble alcurnia, Barcelonense, en España, quienes emigraron en tiempos de la restauración dominicana a este apartado campo del Cibao.

Don Abundio Villalba, el abuelo de Linda, fue un militar de carrera, que vino a reforzar el ejercito español y al finalizar la guerra restauradora, (ganada por los patriotas dominicanos que afianzaron la independencia), el, trajo a su mujer, Dona Serafina Calatrava de Villalba a vivir al poblado. Juntos prosperaron en un negocio de café y cacao, que establecieron en la comunidad. Al matrimonio Villalba Calatrava le nacieron dos hijos. Inocencio Villalba, el primogénito y Seferina Villalba.

Inocencio, el hijo mayor de la familia se enlisto luego con Máximo Gómez, en el ejercito Mambí, yéndose a pelear a Cuba, donde llego al grado de Coronel. Se quedo a vivir allá, formando una larga familia.

En el país, los negocios del café y cacao entraron en un periodo de secesión por las constantes luchas fratricidas, trayendo consigo la ruina total de la noble familia. Seferina Villalba emparentó con un comerciante de tabaco del área de Navarrete, en similar situación que los Villalba Calatrava. –“En tal eventualidad”… -decía- Don Abundio Villalba, “Lo importante es mantener la clase. Por tal razón puso todo su empeño en casar su hija Seferina con este comerciante descendiente de franceses de nombre Pedro Duboitte (Piter o Pirer), como también a veces lo llamaban. Pedrito Duboitte, fue educado en los mejores colegios de Santiago y desde joven ayudaba a su padre en el negocio, llegando a ocupar su puesto, cuando este murió, un día, de repente, de un fulminante ataque del corazón, en medio de un verde campo de tabaco de su propiedad.

Linda Duboitte Villalba, como ya dije era la esmeralda mas preciosa que existía, bajo la luna y en estos floridos campos de tabaco. Ella también asistió a buenos colegios como su padre, siendo allí, en el politécnico Sagrado Corazón de Maria que la esbelta joven conoció a Juan Michellena, un apuesto muchacho de clase acomodada, cuyos parientes ancestrales también habían llegado de Barcelona, España, pero por motivos diferentes. Según supe, los Michellena, eran dueños de una fábrica de vinos, en Santiago. La mayor parte de la producción de esta empresa la enviaban para el consumo en España, Cuba y Los Estados Unidos. Genaro Michellena, el padre de Juan, era propietario de grandes terrenos en Navarrete, Jicome, Montellano y la Linea Noroeste.

Ellos, quedaron flechados desde que se conocieron, fue amor a primera vista. Luego de una entrañable amistad, con conocimiento de las dos familias, los jóvenes contrajeron matrimonio en La Catedral de Santiago. Esta conveniente unión, produjo el ascenso social y económico de la familia Duboitte-Villalba, al emparentar con este rico muchacho proveniente de Santiago.

Juan Michellena y Linda Duboitte establecieron una micro empresa de productos diversos, cuyo principal producto era la mantequilla de maní, mejor conocida como MAMBA, que tanto gusta a los dominicanos. Esta empresa creció mucho a nivel nacional e internacional, haciendo conocer a la pareja buenos e incontables años de amor y fortuna.

Regularmente el departamento de publicidad de la compañía invitaba artistas internacionales a recitales para promocionar sus productos. Uno de esos artistas especiales y afortunados fue nada menos que el ídolo puertorriqueño Daniel Santos, quien apareció cantando uno de los comerciales muy famoso por estos días.

Hay hasta quienes aseguran, que desde entonces nació por esta razón una gran amistad entre Juan Michellena y Daniel Santos. El Joven Michellena, le pediría a Daniel, más tarde que compusiera una canción para LINDA, cuando esta lo abandono. Ciertamente la mas bella esmeralda que se caso tan enamorada, un día dejo su príncipe azul, pero esto no fue de hoy para mañana, no. La crisis de la pareja transito por un largo camino de problemas, que condujeron a la bella mujer a cansarse de la situación.

En aquellos años de amor y fortuna de la pareja, regularmente los veíamos muy enamorados, dándose la buena vida, participando en fiestas, grandes comensales y reuniones con empresarios, autoridades, funcionarios civiles y militares. Según pasaron los años LINDA se fue ausentando de la vida pública al término que ya casi ni se le veía. Juan Michellena poco a poco fue envejeciendo, se volvió parrandero y le tomo mucho gusto a las diversiones con bellas mujeres, los puros y la bebida, razón por la que no le dedicaba calidad de tiempo a su esposa, corriendo de aquí para allá y de allá para aca.

-“Ya no soporto mas tus llegadas… tarde, en la noche” una de esas tantas noches -le dijo- Linda a su esposo. Continuando su reproche, con la siguiente expresión: –“Ya me canse de excusas, de que te escondas, siempre bajo la brillante mascara de los negocios… Me Voy ¡¡ OYELO BIEN ¡ ¡ ME MARCHO LEJOS ¡ Donde no vuelvas a verme jamás”.

Linda no estaba hablando por hablar, en ese mismo instante recogió sus cosas y partió en el primer barco con rumbo a Puerto Rico. Donde, vivía gracias a la pensión que le pasaba la empresa que ayudo a fundar, por sus años de trabajo.

Juan Michellena por su parte quedo con el corazón destrozado, triste, lloroso y desconsolado. Como pasaron seis meses y LINDA no escribía, Don Juan se prometió a si mismo dejar la bebida, para que ella regresara. Un año pasó y nada se sabía del destino de la mujer, por todo este largo periodo LINDA no mando noticias suyas. Entonces Juan tomó una medida más radical, dejó las fiestas, parrandas y diversiones. De vez en cuando, Juan volvía a recaer, ya que no soportaba estar mucho tiempo sin probar un buen trago del mejor Whisky.

En varias oportunidades, el mismo Juan se dirigió a buscarla infructuosamente, otras tantas veces envió mensajeros y hasta detectives privados para dar con el paradero de LINDA, pero la tierra se la había tragado. Cinco años pasaron y ya ni la buena comida animaba, al hombre alicaído y maduro en que se convirtió Juan Michellena.

El zorzal criollo argentino, Carlos Gardel, dice en una de sus canciones :” QUE VEINTE ANOS NO ES NADA” …pero para un hombre enamorado, solo, abandonado, triste y olvidado… veinte años...son toda una vida... son... dos largas décadas de espera sin respuestas...padeciendo soledad y desconcierto... sin recibir noticias de la mujer amada.

Según se supo después, Linda se mudo de Puerto Rico para Nueva York, donde volvió a contraer matrimonio con un judío de una factoría. Estos datos son basados en reportes llegados hasta aquí, por la voz del pueblo, que todo lo sabe y lo investiga, cosa que no pudo ser demostrada, porque jamás se volvió a saber de LINDA ni por bien ni por mal.

A Juan Michellena, periódicamente se le ve salir a la galería de su mansión, en Navarrete, fumándose un cigarro cubano, meciéndose en la mecedora, que fue el ultimo recuerdo dejado por LINDA, a su principe azul, como regalo de cumpleaños, en aquellos tiempos de amores y fortuna de la pareja. Mientras tanto, dentro de la casa, el equipo de música, completa el idilio con la voz inconfundible de Daniel Santos cantando su canción…aquella que dicen fue compuesta especialmente para LINDA, la más bella esmeralda del mundo.

Juan Michellena, sentado en su mecedora, hace el dúo con Daniel Santos y los dos van cantando:



“Yo no he visto a linda … parece mentira,

Tantas esperanzas que en su amor cifre

No le ha escrito a nadie

No dejo una huella



Nadie sabe de ella

Desde que se fue …



Sabrá Dios cuantos

Te estarán pintando ahora

Pajaritos en el aire



Y o no he podido

Ni podré querer a nadie

Con tan loco frenesí



Menos el Domingo

Todas las tardes

Salgo a ver el cartero

A ver si trajo

Algo para mí



Virgencita de Altagracia

Quizás un día

Te acuerdes de mí …



¡Yo no he visto a Linda …Parece mentira

Tantas esperanzas

Que en su amor cifre ¡



¡ Yo no he visto a Linda …”



(Daniel Santos).



¡ Ay Dios! Veinte anos… dizque no es paja de coco. Como dicen aquí en el Cibao”. Entre llantos y tristezas –decía- Juan Michellena, luego de terminar de cantar la canción preferida de su vida. –“Pero veinte años sin ver a LINDA eso si que no lo aguanta nadie. Solo yo, que aun amo a la mujer que un día me abandonó. Es increíble, pero cierto. Hoy cumplo veinte años… sin ver a LINDA.. sin saber de ella… sin una carta… sin oír su voz…ni oler su perfume de gardenia… ya no se ni para que estoy vivo”



Así, pensaba Juan Michellena, hasta que se encontró un amigo que le pregunto: ¿Y ES CIERTO QUE TU TIENES VEINTE ANOS SIN VER A LINDA? ¿ Eso nadie lo cree? . “Aunque tu no lo creas esa es la realidad” Respondió Don Juan, y luego continuo: “Cuando digo que tengo veinte años sin ver a LINDA, todo el mundo sabe a lo que me refiero. Porque todos saben mi historia. Desde que Linda me abandonó, no he vuelto a mirar otra mujer. Pero ya me cansé de esperar, a que ella regrese y me perdone. Cometí errores…¿Qué hombre no los ha cometido en su vida? pero ella no me dio una segunda oportunidad. Hoy declaro, que LINDA murió para siempre en mi corazón, aunque tarde… voy a buscarme otro amor. Como dicen “!Mas para adelante vive gente!” “!Yo también …tengo derecho a ser feliz!” y ¡”si no pudo ser con ella… con otra será!”



Justo a los veinte años, después de la partida de LINDA, Don Juan Michellena, volvió a casarse, pero su nueva unión no le duro mucho tiempo. Vivía como en las nubes, cansado, pensativo y casi no se daba cuenta que su ahora esposa estaba ahí con el. En sus terribles momentos de soledad, se sentaba en su vieja mecedora, se fumaba un puro, mirando a la distancia, como viendo a ver si reconocía, en alguna de las mujeres que se acercaban… caminando por aquella vieja calle… el bello rostro de esmeralda… Su LINDA. Prendía el toca disco para escuchar la canción de Daniel Santos, y cuando esta terminaba, con los ojos llorosos, se paraba, fumaba su puro, blandía el humo y musitaba lentamente unas palabras casi ininteligibles:

! LINDA ! FUE… Y SIEMPRE SEGUIRA, SIENDO LINDA”.