Septiembre, a nivel nacional y mundial, es un mes que ha estado –en los últimos años- plagado de grandes y dolorosos acontecimientos. En 1973, cuando el calendario marcaba el día 11, los gorilas chilenos dieron un zarpazo mortal a la democracia al derrocar mediante el uso de la fuerza al presidente Salvador Allende, quien murió digna y gallardamente combatiendo en La Moneda. Chile, a partir de entonces, fue convertido en todo un baño de sangre.
En una fecha similar, pero más acá en el tiempo -en el 2011- supuestos terroristas islámicos estrellaron sendos aviones contra las “intocables” Torres Gemelas, de Nueva York, provocando millares de muertos y pérdidas económicas incalculables. Perdónenme, pero particularmente sigo manteniendo mis reservas con relación a estos atentados.
En cuanto a nuestro país, septiembre podría considerarse como “un mes negro” para el movimiento revolucionario y popular ya que -en diferentes años- fueron arrancados “de cuajo” del jardín dominicano tres conspicuos dirigentes izquierdistas y comunitarios.
Amín Abel Hasbún, quien se había graduado de ingeniero en la UASD con máximos honores, fue asesinado en 1970 -un día 24- por efectivos policiales que ni siquiera respetaron que se encontraba en compañía de su esposa e hijo pequeño. Era, para entonces, un connotado dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD).
En tanto que en 1990, el 28, fue literalmente “ejecutado” por tropas policíaco-militares que lo sorprendieron en Monte Adentro, Salcedo –hoy provincia Hermanas Mirabal- Jesús Rafael Diplán Martinez (Chú). Había sido fundador del Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) y un cuadro dirigenciar del MPD.
Septiembre también registra otro hecho luctuoso. Ocurrió en Navarrete el 25 del 2007. En esa oportunidad, alegados “desconocidos” dispararon contra Elvis Amable Rodríguez, mejor conocido como Ony, quien era un popular luchador comunitario, arrancándole la vida de forma cobarde y miserable.
El tiempo ha transcurrido pero no ha podido darle la muerte definitiva a estos luchadores ¡el olvido! En cuanto a Amín, a 43 años de su partida física -que se cumplieron el pasado martes- se realizó un acto en el cementerio de la Avenida Máximo Gómez, de la capital, donde participaron su viuda Mirna Santos, su hijo Amín Abel Santos (Amincito) y representantes de organizaciones revolucionarias, comunitarias, izquierdistas, populares y otras del país.
Ony, en cambio, fue recordado en el séptimo aniversario de su asesinato con diversos actos en Navarrete, la comunidad de origen por la que luchó y ofrendó su joven y valiosa vida. Contaba apenas con 22 años de edad y era estudiante del CURSA/UASD.
Coincidencialmente este sábado 28 se cumplen 23 años de la desaparición física de Jesús Diplán, a quien vi crecer y desarrollarse como dirigente ya que soy nativo de la misma comunidad campesina donde el vivió.
Hoy en la residencia de su madre Doña Josefa, en El Pico, se tiene prevista una “horasanta” durante la tarde. Luego se realizará una visita al cementerio para depositar una ofrenda floral por parte de familiares y amigos, como es ya una tradición para esta fecha cada año.
Amín, Chú, Ony, como diría Silvio, son tres caminantes, con idéntica suerte, los cuales -al correr del tiempo- ya se hicieron gigantes ¡ya burlaron la muerte! Ellos, a pesar de que no se encuentren entre nosotros, siguen vivos porque nadie muere del todo mientras en la tierra haya alguien que le recuerde, como cierta vez proclamara el profesor Bosch.
Martí había dicho: ¡Así ha de ser la muerte cuando se ha vivido bien, luego de la vida: en negro terciopelo, franja de plata. También proclamó el Apóstol cubano: Los muertos no son más que semillas, y morir bien es el único modo seguro de seguir viviendo.
Al concluir, puedo dar testimonio fehaciente que a Ony, Chú y Amín…la última vez los vi irse, entre humo y metralla contentos y desnudos pero era que ¡iban matando canallas, con su cañón de futuro! Buen fin de semana ¡y seguimos en combate!