Los dominicanos observamos ayer el desarrollo de unos
acontecimientos que no sabemos cómo calificarlos, si de género político o
manifiesto desorden público. Unos actores que tratan de proceder bajo
el amparo del derecho y la ley y otros bajo el imperio de la fuerza.
El derecho supone la vigencia de las normas acordadas por los
seres humanos para vivir bajo un cierto orden y su aplicación se
fundamenta en la Constitución y las leyes, lo mismo que los aparatos e
instituciones del sistema que garantizan su aplicación.
La democracia misma se supone en un estado que en sí mismo es
garante de los derechos de las personas y el respeto de la ley. El uso
de la fuerza no se justifica ni siquiera cuando quienes tienen a su
cargo imponer el orden y la ley recurren a ella. Siempre se deben agotar
todos los procedimientos para no utilizarla.