La muerte de Eduardo Cabrera, en su aniversario 34 - Soy de Navarrete


 

La muerte de Eduardo Cabrera, en su aniversario 34


LA MUERTE DE EDUARDO CABRERA, EN SU ANIVERSARIO 34

! EDUARDO !, Al cumplirse este 16 de Abril, 2010, el treinta y cuatro (34) aniversario de tu muerte, seguimos de pie.

! EDUARDO !, gestor espiritual, social y firme base de la cultura de Navarrete, hoy mas que nunca, resuenan en nuestros oídos los versos proscriptos de aquel poeta, que en una ardiente arenga, en tu funeral dijo así:

-“Hundida en el luto, en el fango, en la miseria, en la desnudez, está mi tierra. Ya no hay electricidad, ni universidad. Solo hay tristeza, tiniebla y mediocridad. Tierra de búhos, serpientes y telarañas. Tierra de hombres esqueletos y vagazos de cana”.

! EDUARDO ! Tu fe, humildad y lucha por los pobres nos animan a persistir en la brega por la justicia social.

POR: Rafael Rosado (TONY)
Correo: rafael.rosado@yahoo.com

Navarrete-Abril/17/2010 -“Después de haber finalizado sus estudios intermedios, Eduardo se dispuso a dejar su campo natal, El Limón. Otro día cualquiera sin estarlo esperando, debió mudarse de nuevo, ya casi terminando el Bachillerato. Esta vez se fue a residir a Limbotropia, con su bicicleta llena de frutos de esperanza. Aun recuerdo aquel dichoso momento cuando al llegar por vez primera lo recibieron en la Iglesia Santa Ana donde lo invistieron de monaguillo. Además de servir al sacerdote en la eucaristía, el joven se hizo cursillista. –“Tu tarea primordial será ir llevando a los discípulos el mensaje cristiano de liberación”. Así, -le dijo- la voz llegada de no se sabe donde.

Como cursillista volvió cientos de veces a su campo en pos de cumplir la tarea encomendada. Otras tantas oportunidades mas, el retorno cantando los versos proscriptos de algún poeta perdido en el enclaustramiento del tiempo, y cuyas estrofas decían: -“Hundida en el luto, en el fango, en la miseria, en la desnudez esta mi tierra. Ya no hay electricidad, ni universidad. Solo hay tristeza, tiniebla y mediocridad”

Esta historia me la contó un monaguillo que junto a Eduardo sirvió en la Iglesia por aquellos anos difíciles. Su relato dice así: -“Aquel trece de Abril, en la fantasmagórica y olvidada ciudad de Navarrete, todo estaba en calma. Solo el ruido de un silencio misterioso se posaba sobre este intrépido pueblo multitudinario y perdido en las horas del reloj. De pronto el ruido del silencio se hizo multiagudo,brumoso y alguien grito sollozante :

-“¡CORRAN! ¡CORRAN! ¡QUE MATARON A EDUARDO!”. Se oyó el primer ¡TILAN!!TILAN!!TILAN! angustioso de la campana de la iglesia anunciando la inevitable tragedia. Nadie quería creerlo. Ni siquiera el propio Sacerdote, que esta vez debió sustituir a Eduardo en el toque de la campana. Por donde quiera se expandió el rumor. Todos corrían desesperadamente: La tiza hizo un alto, los cuadernos guardaron silencio, los pupitres cayeron al suelo, también ellos querían irse al encuentro pero su inhumano esfuerzo fue en vano.

Los calderos perdieron sus centinelas voluntarias, que despavoridas corrieron por calles y callejones. Fueron todos, nadie se quedo en casa. Era imposible permanecer impávido. Los vientos dormidos de la cuidad habían despertado, formando montanas, trincheras y caminos como huracán inclemente dirigido hacia no se sabe donde. El tumulto estaba allí, como dinamita herida; bajo un gigantesco árbol de anacahuita; bajo el imparable llanto de los amigos y también bajo la sangre y el dolor paridos desde el vientre maldito de una sociedad putrefacta y decadente”



-“El llanto subió mas alto que el cielo como plegaria clemente al creador. Se fue. Se lo llevaron. Hasta el sol se confundió con el llanto de las multitudes y el humo alocado de un auto, que partió presuroso. Nadie pudo verlo. El carro suicida emprendió su fuga necesaria en busca de la vida, o quizás tras la muerte no se sabe. Llevando consigo el cuerpo adolorido y moribundo del estudiante, que intempestivamente y a mala hora dejo su cátedra abandonada para ir en su bicicleta a la farmacia persiguiendo encontrar un anestésico para el dolor mortal y asesino que perturbaba su hambreado estomago. Por una vil jugarreta del destino su carrera por la vida choco de frente con la temible muerte, pero como buen batallador, el no se dio por vencido peleando con fuerzas por su vida”. Lo anterior me lo relataba, su amigo, el monaguillo de la iglesia, sumido en manantiales de lágrimas.



Su cronología acertada continuaba así: -“El catorce de Abril, postrado en su lecho de muerte, Eduardo peleaba por mantener su vida, pero cae en un coma sin retorno. La multitud desesperada, a esta hora se apertrechaba en el salón parroquial creando rezos infinitos para solicitar al creador en sus plegarias que prolongara los sueños y la vida de este buen cristiano. El quince de Abril, ya sin fuerzas, agonizante, Eduardo recibe la extrema unción del Sacerdote”.



-“El Diez y seis de Abril de 1975, el Doctor salio del cuarto y anuncio a los familiares y amigos la desafortunada noticia: -“ ¡EDUARDO HA MUERTO!. Aquel fatídico día otras tantas cosas más murieron en Navarrete para irse a vivir a LIMBOTROPIA junto con Eduardo. No vasto la ciencia para salvarle ni siquiera su fe ciega en Jesucristo. A tras quedo: el trabajo de monaguillo, su misión de cursillista, el lacerante dolor, la sed de superación y de justicia para su olvidado pueblo.



Eduardo, asemejando una gaviota herida emprendió su viaje a los inalcanzables linderos de la Sacerdotisa ILuminada Beliar. Quizas buscando algún remedio para su ancestral dolor que nada ni nadie pudo curar aquí en Navarrete. Partió en su viaje sin retorno, cuando apenas empezaba a recorrer los pedregosos senderos del infortunio. Es posible que haya ido a buscar respuestas a muchas interrogantes. Esta vez la muerte gano la batalla, pero el ejemplo de su vida quedo perenne para las futuras generaciones. Igual que Cristo sigue vivo en la cruz, Eduardo, mana el espíritu alegre, jovial e infinito de su entrega y sacrificio como un río indetenible y caudaloso para continuar el camino de su fe”.



-“El diez y siete de Abril la multitud mas grande nunca imaginable, tumultuosa, irredenta e impostergable, crecio setenta veces cien, en flores, versos y canciones sobre su tumba. Hasta se escucho decir a alguien de los presentes: -“Su cuerpo se fue para siempre, pero nos dejo sus ideas y su ejemplo como estandarte para edificar el futuro de su olvidado y entristecido pueblo”.



-“Yo solo se, que el ruido de aquellas campanas ya no suenan igual desde aquel día innombrable. Cuando se implante en LIMBOTROPIA la justicia de su fe, volverán de nuevo las angustiosas campanas a sonar con aquel tono sin igual que solo Eduardo Cabrera pudo dar alguna vez”. Estas palabras del monaguillo, se me parecieron a las palabras del profeta Isaías clamando en el desierto, anunciando la venida de Cristo, su gloria, resurrección y muerte para salvar al mundo de las injusticias y el pecado.



Sobre todo permanecen resonando en mis oídos los versos proscriptos de aquel poeta, que en una ardiente arenga, en el funeral de Eduardo dijo así: -“Hundida en el luto, en el fango, en la miseria, en la desnudez, esta mi tierra. Ya no hay electricidad, ni universidad. Solo hay tristeza, tiniebla y mediocridad. Tierra de búhos, serpientes y telarañas. Tierra de hombres esqueletos y vagazos de cana”.

Como bien me dijo el monaguillo: -“Al cumplirse, este diez y seis de Abril un aniversario mas de la desaparición física de Eduardo. De su fuga apresurada a la legendaria tierra de LIMBOTROPIA y ante un panorama material y espiritual tan desolador, el rescate de su memoria nos permite transmutarnos en ave Fénix de Esperanza para continuar su misión y su obra. Si al marcharse a destiempo nos dejo una patria enferma, rota, herida, disgregada, moribunda y al borde del abismo, la mejor manera de honrarlo seria vivenciando las palabras de Duarte que rezan”: “NUNCA ME FUE TAN NECESARIO COMO HOY TENER SALUD, CORAZÓN Y JUICIO. HOY QUE HOMBRES SIN JUICIO Y SIN CORAZÓN CONSPIRAN CONTRA LA SALUD DE LA PATRIA”.